lunes, 29 de diciembre de 2014

Feliz año viejo

(un reojo a lo hecho y...paso adelante!)

 A fuerza de mudarme he aprendido
 a no fijar los muebles a los muros,
a no clavar muy hondo,
a atornillar sólo lo justo.
He aprendido a respetar
huellas las de viejos inquilinos:
un clavo, una moldura,
una bolsita de jabón en la baño
 que dejo en su lugar
aunque me estorbe.
Algunas manchas las heredo
 sin limpiarlas,
entro en la nueva casa
 tratando de entender,
hasta cuando, esta vez,
 he de quedarme.
Dejo que la mudanza se disuelva
 con mi dolor de cabeza,
no quiero hacer ruido.
Gracias, viejos inquilinos,
 por aquellos pasos,
aquellas vivencias,
aquella luz.

 Cuando nos vamos,
cuando dejamos otra vez
 los muros como los tuvimos,
siempre queda algún arañazo
 en un rincón o un estropicio
 que no supimos resolver.

 Y de reojo otro gracias,
 al hogar que
durante un año y para siempre
vio llegar a nuestro tesoro mas preciado.
 Aquel que tiene la fuerza
 de detener al mayor de los nómodas,
 de invitar a asentarse
y guardar maletas
 en la mas inaccesible estantería.
Meditar en el cálido reposo
por mucho tiempo...
al menos hasta mañana.

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